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Ciudades digitales: cada vez más automatización, autogestión

Según informes del Banco Mundial, en comparación con el resto del mundo, América Latina está 25 puntos por encima de la población urbana promedio mundial; dicha característica presenta una oportunidad en cuanto a procesos de digitalización. Actualmente hay una tendencia de digitalización de las ciudades, para volverlas más inclusivas, sostenibles e inteligentes mediante el aprovechamiento de las tecnologías y las plataformas digitales de servicios en los sectores de transporte, logística y energía.

Por otra parte, de acuerdo con las proyecciones de las Naciones Unidas, el 68% de la población mundial vivirá en ciudades para 2050. La migración a los centros urbanos acelera la necesidad de una transformación digital a medida que los gobiernos y los líderes de las ciudades enfrentan una presión cada vez mayor para hacer que las ciudades sean más seguras, accesibles, sustentables y prósperas. Crear ciudades inteligentes no se trata solo de tecnología. Se trata de cómo la tecnología mejora la vida de los residentes, cómo ayuda a las empresas a prosperar y cómo permite a los gobiernos brindar servicios vitales a los empleados y ciudadanos.

Ejemplos en la región  

Las ciudades de América Latina han estado implementando tecnologías de ciudades inteligentes para mejorar la prestación de servicios y cumplir con los objetivos de sostenibilidad.

La ciudad de Río de Janeiro, por ejemplo, lanzó el Proyecto Smart Rio, que incluye un programa para modernizar el sistema de alumbrado público de la ciudad que, una vez finalizado, se espera que mejore la seguridad pública al reducir los accidentes de tráfico y la delincuencia callejera. 

El proyecto de iluminación de Río también tendrá impactos de sostenibilidad de gran alcance al disminuir el uso de energía hasta en un 60%, además de mitigar la contaminación lumínica y el brillo del cielo. También ha brindado una sólida relación calidad-precio, ya que los costos del proyecto serán cubiertos por los costos operativos más bajos durante la vida útil de la operación de la infraestructura y un impuesto de alumbrado público preexistente. 

 Mientras tanto, las ciudades de Santiago en Chile y Bogotá en Colombia han visto mejoras significativas en la calidad del aire y reducciones de emisiones al reemplazar las antiguas flotas de autobuses públicos a diésel con autobuses eléctricos. De la misma manera que el proyecto de iluminación en Río, los costos operativos de una flota de autobuses eléctricos pueden ser hasta un 70% más bajos que las alternativas diésel durante la vida útil de la flota, lo que reduce la necesidad de un presupuesto municipal o aumentos de impuestos para financiar la transición. .

Chile también actualizó su red de alumbrado público con tecnología LED de menor consumo e instaló sistemas de calentamiento de agua de bajo consumo, mientras que Colombia instaló sensores que monitorean las precipitaciones, los niveles de agua y el movimiento del suelo para detectar áreas que están en riesgo de inundación.

En materia de conectividad, para aprovechar al máximo todo el potencial de la tecnología 5G y Edge Computing, es necesario proporcionar potencia de procesamiento en el borde y manejar fácilmente distintas cargas de trabajo que se poden traducir, es por ello que la inversión en tecnologías 5G en Chile se estima en 3.000 millones de dólares para los próximos cinco años. Según un estudio del IESE Cities in Motion Index (CIMI), Santiago está considerada hoy como la ciudad más inteligente y sostenible de Latinoamérica. Este estudio incluye 174 ciudades, y  Santiago figura en el lugar número 68, seguida de Buenos Aires (90), Montevideo (110), Panamá (113), San José de Costa Rica (114), Bogotá (120), São Paulo (123), Medellín (126), Ciudad de México (130) y Asunción (131). Cierra el índice Caracas (174).

IoT, blockchain, analytics, vigilancia IP y 5G son una realidad cada vez más latente en nuestras vidas, es por eso que los líderes cívicos también deben repensar el diseño de los sistemas de nuestra ciudad para apoyar a los ciudadanos en áreas como transporte público, respuesta a emergencias, instalaciones recreativas, etc. La colaboración activa entre urbanistas, empresas tecnológicas y ciudadanos será fundamental para orquestar nuestras ciudades futuras y, por tanto, nuestras vidas.