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Ciudades digitales, las nuevas comunidades hiperconectadas

Dada la penetración de los instrumentos digitales en nuestro día a día y la aceleración de su actual uso, una parte importante de los desafíos de política pública involucra elementos digitales. De ahí la relevancia y necesidad de discutir el tema de la inclusión y la resiliencia digital como elementos centrales para los procesos de recuperación económica y atención a las poblaciones más vulnerables.

De acuerdo con un estudio de CEPAL, sólo el 66,7% de los habitantes de América Latina tienen conexión a Internet y el tercio restante o posee un acceso limitado o no tiene acceso alguno. En los espacios urbanos, si bien el acceso es más expandido, importantes diferencias se notan en términos de la calidad del acceso. Un estudio reciente de CAF concluye que la brecha digital en América Latina y el Caribe se está extendiendo debido a que el uso de Internet en gran parte de los hogares latinoamericanos se limita al uso de herramientas de comunicación y redes sociales y que, por lo tanto, la penetración de Internet per se no indica un elevado grado de resiliencia digital del hogar latinoamericano.

Se prevé que en el 2050 un 85% de la población mundial viva en ciudades. Este hecho hace que en las siguientes décadas los núcleos urbanos tengan que afrontar un número creciente de problemas ligados a este hecho, como el abastecimiento energético, las emisiones de CO2, la planificación del tráfico automovilístico, la provisión de bienes y materias primas y la prestación de servicios sanitarios y de seguridad a todos quienes residan en estos enormes y masificados centros de población.

El surgimiento de redes de 5G veloces de baja latencia llega en un momento importante en el que las personas han pasado a trabajar en forma remota. Esta adaptación histórica demuestra claramente la necesidad de conectividad móvil continua frente a requisitos de distanciamiento social y físico que modificaron la forma en que trabajamos, vivimos y jugamos.

Las Smart Cities en Latinoamérica apuestan por varias áreas de desarrollo: sostenibilidad medioambiental, transporte, empleo, seguridad y competitividad. En base a un informe de Markets&Markets, se espera que el tamaño del mercado de las ciudades inteligentes aumente de USD 308,0 mil millones en 2018 a USD 717,2 mil millones para 2023, a una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) de 18.4% durante ese período.

El modelo ideal de una ciudad inteligente se basa, principalmente, en los siguientes subsistemas. Generación distribuida: consiste en que las ciudades inteligentes cuenten con generación eléctrica repartida por el territorio, a través de un abastecimiento individualizado (micro-generación), no centralizado. Smart Grids: redes inteligentes interconectadas, las cuales poseen una circulación bidireccional de datos entre el service center y el usuario. Smart Metering: se trata de la medición inteligente de los datos de gasto energético de cada usuario, a través de telecontadores donde se realizan las lecturas a distancia y a tiempo real. Smart Buildings: los edificios de la Smart City se convierten en inteligentes como modelo de eficiencia. Edificios domóticos que respetan el medioambiente y que poseen sistemas de producción de energía integrados.

También nos encontramos con Smart Sensors: tienen la función de recopilar todos los datos necesarios para hacer de la ciudad una Smart City. Son parte fundamental para mantener la ciudad conectada e informada, y hacer que cada subsistema cumpla su función. eMobility: implantación del vehículo eléctrico y los respectivos puestos de recarga públicos y privados. Smart Citizen: los ciudadanos son sin duda la parte fundamental de una Smart City, ya que sin su participación activa no es posible poder llevar a cabo estas iniciativas.