El mercado de la ciberseguridad se encuentra en plena ebullición. Según las estimaciones de Fortune Business Insights, el mercado global de la ciberseguridad alcanzó un valor de 165.780 millones de dólares en 2021, con un crecimiento del 8,2% interanual. Además, pronostica que este mercado registrará un crecimiento anual del 12% en el periodo 2021-2028, situándose en torno a 366.000 millones al final del mismo.

Aunque siempre estamos expuestos a la irrupción de nuevas amenazas, es muy probable que los principales riesgos giren en torno al ransomware y los ataques a la cadena de suministro. Asimismo, aumentarán los incidentes alrededor del negocio de las criptomonedas y los ataques a los monederos digitales. Y también continuarán las fake news y las campañas de desinformación, a la par que aumentará la amenaza de los deepfakes, a medida que mejora la tecnología y se simplifica su uso, de acuerdo con Computerworld.
IDC prevé que, para 2023, cuatro de cada cinco empresas (80%) que se enfrentan a normativas globales complejas aumentarán la inversión en automatización del cumplimiento de la seguridad en un 25%, con el fin de garantizar que todas las políticas y normativas se cumplan de forma coherente.

Para este 2022, el Ransomware es una de las principales tendencias que marcarán la evolución de la ciberseguridad. Además del impacto económico que supone tener que afrontar un rescate o la crisis reputacional que puede generar, hemos de tener en cuenta que el ransomware paraliza la actividad de la empresa atacada, por lo que hay una clara convergencia entre seguridad y continuidad de negocio. Es una tendencia que ya apuntábamos el año pasado. Esta convergencia se va a seguir produciendo en 2022, implicando a distintos equipos en el seno de las empresas y dando lugar a cambios organizativos.
Por otro lado, Gartner adelanta que el número de estados que legislará para regular los pagos, multas y negociaciones en los casos de ransomware crecerá hasta el 30% para finales de 2025. Así pues, advierte que cabe esperar una mayor represión de los rescates.
Seguridad inteligente: La seguridad cada vez gestiona más información, basándose en las alertas detectadas y en función de las cuales van actuando los equipos de seguridad. Pero no se discrimina.

‘La respuesta a esta situación pasa por la aplicación de inteligencia. Se necesitará combinar inteligencia exterior e interior para conocer cómo puede afectar una amenaza a nuestra empresa. Hay tal combinación de datos y de información que una inteligencia mal enfocada puede producir cansancio y fatiga. Debemos tener en cuenta que las principales amenazas de seguridad son desconocidas. Dicha inteligencia será precisa para detectar anomalías desconocidas, que no sabemos qué son, pero de las que sí sabemos que son anomalías. Debemos avanzar en la proactividad. Las grandes empresas están caminando hacia allí’, comenta Alberto Bellé, analista de IDG Research.