La telefonía móvil de quinta generación avanza a grandes pasos por todo el mundo. Se espera que para 2025, alrededor del 14% de los accesos a redes móviles sean a través de la tecnología 5G. Entre las ventajas principales de implementar esta nueva red se encuentran una mayor rapidez de transferencia de datos y la posibilidad de tener conectados más dispositivos simultáneamente. Aún así, los beneficios de la sucesora de la 4G no podrán llegar a todos los rincones del planeta al mismo tiempo.
La mayoría de los países aún optan por el formato 5G no independiente (NSA), que utiliza parte de la estructura de red de tecnologías anteriores, como 4G. Como resultado, el desempeño (en especial, en términos de latencia) es inferior a 5G independiente (SA), ya que esta última usa una red y un espectro completamente nuevos dedicados a la tecnología.

La cobertura en la región sigue limitada a ciertos barrios de las principales ciudades, pero el servicio está expandiéndose con fuerza e incluso más rápido que 4G si uno compara diversas métricas al momento de sus lanzamientos.
A nivel mundial, la adopción de redes inalámbricas 5G se ha duplicado año tras año hasta llegar a 813 millones de conexiones a fines de junio de este año, según datos de Omdia y 5G Americas. Para el 31 de diciembre se proyectan 1.100 millones de conexiones 5G en el mundo.
Latinoamérica y el Caribe contará con 22 millones de conexiones 5G para el cierre de 2022 y 398 millones para 2027. Según 5G Americas, para el 15 de agosto se contabilizaban 26 despliegues de 5G en América Latina.
Esta implementación está realcionada a las iniciativas de ciudades inteligentes en América Latina; las cuales se han visto eclipsadas con demasiada frecuencia por proyectos de alto perfil en Estados Unidos y Europa. Sin embargo, la marea está cambiando y los proyectos de ciudades inteligentes en toda la región están ganando terreno como nunca antes.

Las ciudades de América Latina han estado implementando tecnologías de ciudades inteligentes para mejorar la prestación de servicios y cumplir con los objetivos de sostenibilidad.
La ciudad de Río de Janeiro, por ejemplo, lanzó el Proyecto Smart Rio, que incluirá un programa para modernizar el sistema de alumbrado público de la ciudad que, una vez finalizado, se espera que mejore la seguridad pública al reducir los accidentes de tráfico y la delincuencia callejera.
El proyecto de iluminación de Río también tendrá impactos de sostenibilidad de gran alcance al disminuir el uso de energía hasta en un 60%, además de mitigar la contaminación lumínica y el brillo del cielo. También ha brindado una sólida relación calidad-precio, ya que los costos del proyecto serán cubiertos por los costos operativos más bajos durante la vida útil de la operación de la infraestructura y un impuesto de alumbrado público preexistente.
Mientras tanto, las ciudades de Santiago en Chile y Bogotá en Colombia han visto mejoras significativas en la calidad del aire y reducciones de emisiones al reemplazar las antiguas flotas de autobuses públicos a diésel con autobuses eléctricos. De la misma manera que el proyecto de iluminación en Río, los costos operativos de una flota de autobuses eléctricos pueden ser hasta un 70 por ciento más bajos que las alternativas diésel durante la vida útil de la flota, lo que reduce la necesidad de un presupuesto municipal o aumentos de impuestos para financiar la transición. .
Estos solamente son algunos de los ejemplos de los beneficios que traen la implementación constante de TI en la región. Las ciudades inteligentes brindan puntos de referencia claros e indicadores de desempeño para que los formuladores de políticas rastreen y evalúen posibles mejoras. Lo que es más importante, la implementación de tecnologías de ciudades inteligentes puede ser fundamental para la capacidad de algunos municipios de abordar los desafíos apremiantes de la actualidad, como aumentar la seguridad y la salud públicas, la sostenibilidad ambiental y la calidad de vida en general.