Año tras año, el mundo que nos rodea es cada vez más inteligente. Diariamente dispositivos que van desde casas, coche, teléfonos, cartera, llaves, refrigeradores y hasta apagadores de luz se convierten en emisores de datos que distribuyen información a través de la red. De acuerdo con Broadbrand Search, cada minuto se genera un tráfico en la red de 3,138, 420 GB de interacciones, al menos en Norteamérca.

Con la incorporación de miles de millones de dispositivos al flujo de la red, la necesidad de que las empresas gestionen y analicen los datos provenientes desde diferentes puntos se convierte en un reto importante. A fin de aprovechar al máximo el desplazamiento de información, las arquitecturas informáticas e infraestructuras de tecnologías de la información (TI) deben ser más eficientes, manejables y de mejor rendimiento.
Los departamentos de TI se enfrentan a menudo al reto de transformar o mantener la seguridad de las infraestructuras para dar cabida a las nuevas tecnologías. Tanto el Internet de las Cosas (IoT), la Inteligencia Artificial (IA), y el Aprendizaje Automático (ML), como el business analytics están cambiando la forma en que los profesionales crean aplicaciones inteligentes y los administradores de infraestructura aprovechan la data para obtener valiosos insights empresariales.
Uno de los mayores problemas para los administradores de redes es el crecimiento de los costos relacionados con el mantenimiento de la infraestructura TI ante una red sobresaturada de información. El rápido crecimiento de los datos y dispositivos puede llegar a superar las capacidades de los equipos de TI aunado a que el monitoreo manual simplemente no permite a las compañías seguir el ritmo. De acuerdo con CISCO hasta 95% de la gestión de la red se sigue realizando manualmente, lo que supone gastos operativos dos a tres veces superiores que merman el avance tecnológico de la empresa.
Hacia una infraestructura cada vez más inteligente
Gracias a las demandas impulsadas por la tecnología digital, las organizaciones necesitan una supervisión y gestión de la red continua y automatizada pues, conforme las ofertas digitales de la compañía se fortalecen, la red principal se satura cada vez más, ya que la información fluye a través de las mismas interfaces.
A lo anterior se le conoce como gestión dentro de banda (In-Band Management) y consiste en que tanto administración de equipos como data compartan el mismo espacio; aunque este tipo de manejo es más barato, también es mucho más inseguro pues mezcla el tráfico de los usuarios con reglas de acceso y monitoreo menos estrictas. En este tipo de gestiones, las interrupciones y los ataques podrían comprometer no solo los datos de los usuarios, sino también la integridad del equipo de red.
Miranda Hernández Landavazo, Channel Marketing Manager de Opengear para Latinoamérica, compartió: ‘Las tecnologías actuales requieren de una gestión de red inteligente. Se trata de una manera alternativa de manejar el tráfico de gestión a través de una red independiente. Esto es la gestión fuera de banda (OOB), la cual permite conectarse a los equipos remotos –como routers, switches y servidores– de forma remota, a través de la interfaz de gestión. Esta ruta fuera de banda está completamente separada de la red de producción y permite a los administradores supervisar, acceder y gestionar de forma segura todos los dispositivos sin interferir en las operaciones normales de la empresa’.
Una solución de conexión secundaria, a menudo a través de una red 4G LTE, permite a los administradores de red resolver problemas desde cualquier lugar y, lo que es más importante, ahorrar tiempo y dinero a las empresas, particularmente para aquellas que operan de forma remota. La gestión Out-of-Band resulta una ventaja, pues ahorran tiempo y dinero al no tener que suspender sus servicios ante una falla de red o esperar a que un técnico resuelva la misma.
La tecnología permite a las empresas de todos los sectores trabajar de forma más eficiente, lo que conduce a que las infraestructuras críticas necesiten ser cada vez más inteligentes. Sin embargo, para ello los dispositivos físicos deben monitorearse de forma eficaz para entregar los datos y la información en el lugar correcto y en el momento adecuado. Es por ello que una gestión alterna encamina al negocio hacia una resiliencia proactiva ante posibles fallas y, de este modo, las empresas pueden conseguir mayores ingresos y mejores oportunidades de innovación, lo que contribuirá a garantizar que continúen generando disrupciones tecnológicas.